jueves, 11 de febrero de 2021

Apocalipsis, de Stephen King

 Muchas veces cometemos el error de juzgar una historia en base a las ideas que nos habíamos formado en la cabeza. Nos adentramos en mundos que conocemos al dedillo, que están llenos de escondrijos oscuros en los que nos sentimos acogidos. Esos lugares que nos llenan de una extraña seguridad que nos hace creer que estamos a salvo. Cuando ya hemos construido a nuestro alrededor esa sólida estructura, cualquier variación que ponga en peligro los cimientos de la misma resultan amenazadores y tendemos al rechazo.

Yo imaginé para esta historia todo un Apocalipsis en el que la llegada del mal hecho carne destruiría el mundo a su paso dejando a la humanidad a expensas de lo terrible que suponen sus pecados. Jinetes voladores, parcas, muerte...una desoladora experiencia que nos hiciera perder la esperanza ante la destrucción de todo aquello que nos daba la condición humana...y aquí King nos presenta todo lo contrario.

Y es que este Apocalipsis se presenta de la manera más lógica que uno pueda esperar. King se olvida de toda grandilocuencia mística para presentarnos el fin de la humanidad a través de un simple virus de efectos devastadores. Dicho así, puede parecer poca cosa, pero las implicaciones que arrastra la destrucción del 99% de la población, la posterior ausencia de una civilización, la soledad y el miedo que dicha devastación arrastra, con todo lo que implica sentir que se acerca el fin de los tiempos, se ve perfectamente reflejado en esta historia. Y ahí, cuando King baja a lo terrenal, cuando se acerca a las miradas de los escasos supervivientes y nos muestra la consecuencia directa, cercana, personal de esta masiva destrucción, encontramos una novela terrorífica llena de momentos inolvidables.

Pero claro, de esas novelas hay muchas.

Por lo que King aprovecha para plantearnos qué es lo que pasará después, lo que ocurre cuando salimos a la calle. Lo que supone la pérdida de todo estilo de vida que damos por sentado. La carencia de electricidad, de información, la falta de una mano vecina que te de los buenos días, la ausencia de un sistema de salud que te atienda ante una leve intervención quirúrgica...y lo hace presentándonos dos modelos de sociedad enfrentados ante los que los numerosos personajes que conforman esta novela tendrán que posicionarse. Y claro, cuando pones al ser humano ante ese tipo de decisiones habrá quien prefiera la comodidad, la seguridad o la opulencia, mientras que habrán otros que apuesten por el trabajo, la confraternidad y el compromiso. Unos querrán delegar la responsabilidad y otros centrarán el esfuerzo en la esencia de lo que nos convierte en ser humano.

Esto supondrá un enfrentamiento entre dos modelos de vida bajo el amparo de dos seres cuya divinidad es más terrenal de lo que aparenta a simple vista. La luz contra la oscuridad, la fe contra la obediencia, el amor contra el miedo...Pero hasta en eso King es consciente de la universalidad de las emociones. El miedo se puede alojar en cualquiera de nuestros corazones, así como no toda la oscuridad nos convierte en salvajes.

Habrá quien se lleve una decepción en esta historia por haber imaginado un apocalipsis más bíblico, lleno de fuegos de artificio (que los hay) y ángeles terrenales (que también). Habrá quien considere que King vuelve a llenar sus páginas de historias innecesarias y de personajes que poco tienen que aportar. Habrá quien considere incluso que nos encontramos con uno de esos finales torpes con los que con tanta frecuencia se critica al afamado escritor estadounidense. Yo creo que estamos ante una de esas obras especiales, llenas de momentos para el recuerdo y de reflexiones que permanecen más allá del cierre del libro. Una novela terrorífica que nos define como sociedad. Y es que King nos recuerda que todos somos parte del mismo círculo, ese que cuando se cierra, nos enfrenta a nosotros mismos.




miércoles, 10 de febrero de 2021

Primer Aniversario del canal Gafas y Ojeras

 Hoy se celebra el primer año en YouTube del canal Gafas y Ojeras, un año tremendo, complicado, llenos de momentos difíciles de procesar pero que han encontrado en este canal una vía de escape y entretenimiento de la que me siento muy orgulloso.

En este vídeo especial de celebración dejamos de lado los Libros de terror para centrarnos en quien se esconde tras Davicalpa, sus orígenes lectores, sus comienzos en Instagram y en YouTube y lo que ha supuesto un año de ideas y apuestas por los libros de terror. Un año fantástico que ha generado unos 1700 seguidores y muchos momentos inolvidables que se repasarán en el vídeo. ¿Te animas a celebrarlo conmigo?








martes, 11 de febrero de 2020

Territorio Lovecraft, de Matt Ruff

Cuando terminas de leer una novela tan peculiar como esta, y la primera sensación que te viene a la cabeza es la de que estás deseando volver a leerla, tienes la certeza de que te encuentras ante un libro especial. Y eso que esta es una de esas novelas extrañas que no te decidías a empezar leer y que se estaba olvidando en la estantería. Siempre encontrabas una alternativa mejor ante la perspectiva de encontrarte con una novela que lo único que prendía es aprovechar un título tan evidente que pretendía sacar provecho al genio cósmico. 

Sin embargo ahora, tras leerla, lo único que quieres es pregonar en voz alta a todo el mundo que se paren un momento a leer esta historia, que se lancen a explorar este mundo de costumbres ancestrales y mágicas y que se preparen para descubrir una aventura llena de matices y intencionada mala leche, seas o no amante del género de terror.

La novela se inicia con un viaje de tres jóvenes negros por las carreteras de una America profunda en busca del padre de uno de ellos que se encuentra desaparecido. El recibimiento que reciben, la novela está ambientada en las primeras décadas del siglo XX, dista mucho de ser amable. Así se verán envueltos en todo tipo de conflictos raciales a los que, por desgracia, ya se encuentran más que acostumbrados. Pero lo que ellos no esperan encontrar en esta descorazonadora búsqueda es el cálido y cercano recibimiento que recibirán al llegar a la mansión donde se encuentra recluido su padre. Algo no termina de cuadrar. Y se van a tener que enfrentar a una situación para la que ninguno de ellos está preparado.
A partir de ese momento ya todo puede pasar. Y pasa. Porque el título de esta novela ya te va anticipando los peligros a los que se verán enfrentados nuestros incrédulos protagonistas. 
Sin embargo, uno cuando comienza un libro como este se espera encontrar con una recopilación inabarcable de situaciones y criaturas cósmicas. Y de hecho los movimientos de los árboles, las sombras y visiones fugaces de algo a lo lejos no se harán esperar demasiado. Pero cuando te empiezas a intuir por donde van los tiros de la novela, esta dará un giro tremendo y te mostrará su verdadera cara. 
He de decir que llegado a ese punto la confusión se apodera de ti. Los personajes con los que empatizabas desaparecen, en parte, y la historia que creías leer queda en el olvido al iniciarse unas tramas distinta que poco tiene que ver con lo leído hasta entonces. ¿A que viene todo esto ahora?, ¿que tiene que ver una casa encantada con el ambiente las atmósferas que estaba leyendo?...¿y esto ahora? ¿Pero que estoy leyendo?...
Esos momentos de confusión de la novela invitan a dejar el libro y, de hecho, estuve cerca de hacerlo. 
Sin embargo, a lo largo de la trama te empiezas a dar cuenta que su estructura en realidad está compuesta por varios relatos cortos, cada uno enfocados en una vertiente de la literatura pulp que tanto tiene en común con el genial Lovecraft. Todo aquí es homenaje y con esa idea sigues leyendo el siguiente de los relatos, empezando a notar como la historia empieza a encajar de una manera milímetrica. Ves como los acontecimientos aislados que tenían lugar en el primero de los relatos se van a ir expandiendo al resto de las historias, que irán adelante y atrás en el tiempo, literal, para ir abarcando todas las capas de un puzzle que tendrás que irás formando en tu cabeza. Y ya entonces la novela comienza a mostrar toda su dimensión.
Porque territorio Lovecraft es un homenaje a la cultura de terror de principios de siglo, a la ciencia ficción, a las criaturas sobrenaturales y cósmicas, a los viajes en el tiempo, las posesiones, los hechizos, los libros malditos y las palabras sangrantes, al Dr. Jeckyll y a John Carter, a los tebeos y a toda la subcultura que amas.
Y esa no deja de ser una capa más en la novela, porque si quieres seguir escarbando encontrarás un alegato a favor de la libertad y de la igualdad de los seres humanos, una crítica voraz a una de las mayores lacras de la historia de la humanidad y una invitación a la reflexión acerca del mundo en el que actualmente nos movemos.
Y todo eso, bajo el manto de Lovecraft, ajustando cuentas a uno de los mayores horrores de la vida del genio de Providence. 

Territorio Lovecraft es una de esas novelas especiales que te regresan tu infancia para llenarte la cabeza de hechizos y magia.

viernes, 6 de diciembre de 2019

El único hombre vivo, de Mario Gómez Giménez


     Las historias apocalípticas siempre me gustaron. Y más si en ellas aparecen amenazas de diversa índole ante las que los seres humanos se ven incapaces de poder afrontar.
Cuando ese tipo de amenazas se localizan en una ciudad como Barcelona, entonces el interés aumenta ya que puedes sentir el olor de sus calles y sus gentes recorriendo cada página de la historia.
     En este libro los zombies, aunque hay un virus por ahí molestando que les quitaría su denominación, se encargan de poner patas arriba la ciudad condal. El caso que se genera se narra desde puntos de vista bien distintos: el de un policía que se ve desbordado ante los acontecimientos y el una reportera que nos aporta una visión más externa del asunto, complementando el puzzle con una mirada más analítica. Así, el análisis de cómo poder afrontar una crisis de este estilo se ve enfocado a varios niveles. En el terreno, a nivel periodístico y, aparte, político y social.
     Todo esto podría suponer un combo ganador para una novela de género. Su lectura es ágil, el autor domina la narración pese a ser su primera novela y eso permite que la lectura la puedes disfrutar sin mayores distracciones.
      Pero no todo es bueno. Como novela de este subgénero tan querido se queda en una narración sin tripas. Aunque eso tiene como ventaja que es accesible a todo el mundo, le guste o no el género. Pero yo eché en falta un poco más de vísceras, ojos y cerebros destrozados. Además, juega en su contra los desmedidos elogios que encuentras por las redes, en los que tienes la sensación de encontrarte ante la sucesora de Guerra Mundial Z. La novela no aporta al género nada que no hayas leído antes ni tampoco tiene por qué hacerlo.
     Teniendo eso en cuenta, y que a estas alturas poca originalidad se puede añadir al género, la novela la puedes disfrutar como el puro entretenimiento que es. Y eso no es poco. Es divertida, pierde su tiempo en explicar lo que acontece y le da un argumento a una historia de zombies. Tan solo por eso merece la pena conocer un poco a este nuevo autor.



domingo, 17 de noviembre de 2019

El perturbado del verbo, de Luis Henríquez Hernández

Los libros de relatos suelen ser una oportunidad perfecta para entrar dentro de  un mundo desconocido. Un mundo que intuyes empapa cada uno de los pensamientos de la cabeza del escritor. Cuando te pierdes en sus páginas, y lees entre líneas, puedes encontrar sus anhelos, su particular visión de la vida, su cúmulo de referencias culturales o, incluso, sus más escondidos miedos.
En esta recopilación de relatos el perturbado, acertado alter ego del escritor, se dedica a experimentar con todas y cada una de las ideas que parece que le inquietan. Desde criaturas demoniacas ávidas de conseguir el flaqueo de todo tipo de voluntades hasta los curiosos deseos de vida de un ser que no le encuentra sentido a su existencia. Pero, además de crear historias en esencia perturbadoras, se dedica a jugar con todo tipo de narraciones, pasando de relatos largos e incomodos en los que un personaje se dedica a vaciarse, literalmente, hasta encontrar su yo interior, a mostrar varios puntos de vista de una misma historia, recrear una onírica fantasía sexual o juguetear con la búsqueda de una explicación a la locura que parece formar parte de su cabeza. Incluso se atreve a homenajear a uno de los más grandes, en una deliciosa vuelta de tuerca a todo el universo que le rodea.
Y todo eso lo plasma de una manera fantástica, cercana y con la capacidad contagiosa que tiene para conseguir que entiendas todo aquello de lo que está narrando hasta hacerte sentir particularmente identificado. Lees una historia en la que ves como un ser necesita deshacerse de todo tipo artificios físicos para encontrarse a sí mismo y entiendes que tras esos relatos, algunos macabros, otro divertidos y todos interesantes, se esconde algo más.
Por eso, cuando lees historias rocambolescas como la del señor que pierde la cabeza o cuando entras dentro de mi historia favorita, Mis trastornadas voluntades, ves al autor está desnudándose ante tus ojos sin ningún tipo de rubor, dando muestras de que te encuentras ante algo más oscuro, sincero y real de lo que aparenta bajo tantas capas de sangre, sexo y, como no , rock and roll.

Son muchos relatos dignos de releer una y otra vez para sacar todo su jugo. Relatos no aptos para todos los estómagos pero que te harán estremecerte, carcajear y, en ocasiones, hasta excitar pero que, sobre todas esas cosas, te harán sentir que has conocido a un autor en toda su perturbada esencia.

La guerra de los mundos, de H.G.Wells

Los clásicos de la historia de la literatura alcanzan esa consideración por méritos propios. Tienen esa fascinación mágica que consiguen que todos los que se enfrentan a sus páginas experimenten la sensación de que, lo que estás leyendo, es diferente a todo aquello a lo que antes te habías enfrentado. Avanzas entre sus páginas asombrándote de nuevas ideas, maneras de narrar, personajes sorprendentes con los que te puedes sentir identificado o tan solo disfrutas de como el autor ha sido capaz de construir un universo mágico y compacto que permanecerá en tu memoria para siempre.
Y todas esas virtudes las puedes encontrar en una obra como esta. La osadía de presentar una invasión alienígena de este modo, teorizando acerca de sus motivaciones, describiendo el tipo de mecanismos que les permiten un viaje a la Tierra tan complicado, diseccionando la anatomía orgánica de unas criaturas  desconocidas de otro planeta...Wells da una lección magistral de como sería ese supuesto enfrentamiento tan desigual contra una especie claramente superior a la humana.
Y lo hace de una manera tan fría que a mi no ha conseguido engancharme. Vas leyendo una tras otra las páginas y lo que te encuentras es una descripción pormenorizada de todos y cada uno de los detalles de esa invasión marciana. Y no me cabe duda que es una narración tan realista que, por fuerza, tuvo que ser aterradora en su época. No deja ningún cabo suelto. Puedes apreciar como la humanidad va quedando poco a poco reducida a una mínima expresión. Como recalca el autor, somos hormigas ante una amenaza como esta. Pero a mi, ese análisis, se me ha hecho eterno.
Soy consciente de que me enfrentaba a una historia conocida y sabía en todo momento como se iba a desarrollar, su particular desenlace y las características que la convirtieron esta obra en un clásico universal. Quizás este ha sido la razón por la que no he conseguido meterme de lleno en esta historia. Sin embargo, al leer la segunda parte de la novela, al bajar al suelo y acompañar al protagonista en todo lo que ocurre durante la segunda parte de la historia , te das cuenta que el libro puede emocionar lejos de tanta descripción fotográfica. Aunque, en mi caso, había llegado demasiado tarde.

Una novela necesaria, fantástica y transgresora que a mi se me ha hecho eterna.

Amigo imaginario, de Stephen Chbosky



Tratar de resumir en varios párrafos a la valoración de una obra tan ambiciosa y atrevida como esta es engañar a quien me lee. Es imposible, nunca podrías resumir el abrumador contenido que acumula el autor en las ochocientas páginas que contiende esta novela que está en boca de todos. Habría que tirar sobre lo más sencillo que se me ocurre, que es aprovechar las palabras que hay escritas en la sobrecubierta. En ellas se invita al lector a descubrir sus primeras sesenta páginas y a ver el efecto que supone llegar a esa parte de la novela. Realmente, cuando llegas a ellas, ya no vas a poder dejar de leer esta historia (sugerencia, no se atrevan a ojear esa parte y estropearte la experiencia).
Pero, ¿de que va todo esto? Pues básicamente nos encontramos ante una historia de personajes que lo van a pasar mal en un momento dado de sus vidas. Y para que eso funcione necesitas conectar con ellos, saber quienes son y por lo que están pasando. Necesitas sufrir con sus tristezas y alegrarte con sus momentos de luz porque realmente te importan. Y ahí, justo ahí, radica lo mejor de esta novela. 
Porque el autor se para a explicarte quiénes son los innumerables personajes que aparecen en esta historia y lo hace con calma, de ahí la extensión del libro. Pero lo hace de un modo que consigue mantener la atención en todo momento, sin resultar aburrida la vida de personajes tan variopintos como una adolescente ultrareligiosa, un sheriff con recuerdos que le atormentan o un anciano medio ciego cuya vida ha sido todo un tormento. Y eso son meros secundarios de los tantos que aparecen, porque los protagonistas de la historia, una madre y su hijo sometidos a todo tipo de infortunios, están tan bien desarrollados que no los vas a olvidar en mucho tiempo. Luchadores innatos, pasear por sus vidas es sentirte parte de ellas, por lo que todo el sufrimiento al que se tienen que enfrentar te afecta y lo compartes.
Y ese sufrimiento tiene nombre y tiene cara. No pienso estropearle la experiencia, pero diré que hay imágenes que he leído en esta obra que permanecerán durante mucho tiempo en mis pesadillas. El autor consigue describir momentos de tensión y horror que se quedan clavados en tu cabeza, convirtiendo algunos pasajes de la novela en auténticas muestras del mejor terror contemporáneo. Los causantes de tanto horror están muy bien definidos, se les teme por sus actos y se quedan clavados en tus retinas por sus capacidad de aterrar.
Pero no todo es bueno en la novela, por desgracia. Aquí las referencias sobre las que camina el escritor son demasiado evidentes, hasta el punto en que hay momentos en los que desconectas de la historia por que te la conoces de memoria. Tienes muchas píldoras de Stranger Things, de It, el resplandor, Coraline, Poltergeist, Matrix...millones de referencias que más que ayudar lastran la historia hasta invitarte a renunciar. Pero claro, la manera en la que están escritas, con capítulos cortos de fácil lectura, que van de un lado a otro casi sin darte cuenta hasta que conectan los unos con los otros, hacen que quieras más y más. Y cuando te das cuenta llevas seiscientas páginas encima, empiezas a hilar todo en tu cabeza y te distraes de lo que está aún por llegar.
A partir de ahí todo cobra sentido. Te podrá gustar o no lo que viene a continuación, yo me quedo en el si. Pero, de verdad, la locura del último cuarto de la novela es una experiencia digna de leer. Sin contar ese desenlace, diré que el escritor se encarga de darle sentido a todo, aunque puede inclinar la experiencia de la novela a obra maestra del terror o a la sensación de que la historia se le fue de las manos con tanto bombo y platillo. 

Yo me inclino por lo primero, porque me gusta pasar miedo y en esta obra lo he pasado, porque historias como estas son las que siempre me han gustado y porque tras ochocientas paginas perdido en medio de esta historia tan clásica de lucha entre el bien y el mal, quiero mucho más.




Apocalipsis, de Stephen King

 Muchas veces cometemos el error de juzgar una historia en base a las ideas que nos habíamos formado en la cabeza. Nos adentramos en mundos ...