domingo, 29 de septiembre de 2019

Cadáver exquisito. Agustina Bazterrica


Las sensaciones que me quedan tras la lectura de este libro son contradictorias. Tenía una premisa de lo más interesante y plantea una sociedad de lo más aterradora y, por momentos, terrible. Una sociedad que no deja de ser la misma en la que vivimos, con los mismos miedos, las mismas necesidades y las mismas vergüenzas.
La historia en se mueve bajo el inmenso dolor de su protagonista, que es con diferencia lo más que me ha gustado. Consigues con cierta facilidad identificarte con el personaje y llegas a formar parte del dolor que lo avasalla. Acompañas todos sus pasos y tienes ganas de sentarte a su lado para decirle que no está solo, que le entiendes y que siempre estarás para lo que necesite. 
Pero entonces, ¿que es lo que me falla en esta historia? Pues ahí tendríamos que entrar de lleno en el argumento. No será un destripe (qué bien empleado) ya que la sinopsis del libro invita a adentrarnos en una sociedad en la que ya no existe la carne por la contaminación y muerte de la gran mayoría de los animales. Y tampoco el que en esa sociedad ha institucionalizado el canibalismo, dividiendo a sus ciudadanos en dos clases: los que sirven de alimento y los que se alimentan. 
Ese argumento con el que parte la historia ya es motivo suficiente para poder disfrutar con una historia cruel y descorazonadora. Y la autora se encarga de relatar con todo lujo de detalles algunos pasajes que no van a ser bien tolerados por aquellos sensibles a según qué lecturas. De verdad, hay momentos muy fríos y perturbadores que no serán del gusto de muchos. 
Pero el problema para mi radica en que, desde los primeros capítulos, la historia tiene bien definido el objetivo al que se dirige. Y, aún entendiendo que toda obra literaria lleva implícita la marca personal del autor, en este libro es tan evidente la lectura que toda sutileza queda hundida entre lonchas de carpaccio. Eso está muy bien si tú eres partidario de ese tipo de ideologías pero resulta cansino si no la compartes. 
Y es una pena porque el resto de la obra tiene unas ideas formidables en las que la sugerencia y sutilidad predominan sobre el evidente rechazo a nuestro modo de consumo. Cada capítulo te plantea nuevas cuestiones, entra en asuntos de eterna actualidad, plantea debates y se atreve a plantear ideas muy arriesgadas. Pero todas esas preguntas viene con unas respuestas ya de por si muy masticadas.

Destacar por último la tremenda valentía que ha tenido esta autora por publicar un libro como este. Ni quiero ni pensar la que se la ha podido venir encima arriesgando con una novela valiente y necesaria, aunque por desgracia yo no la haya podido degustar como merece.

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