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martes, 1 de octubre de 2019

Doce sustos y un perico, de Jaime Alfonso Sandoval



No sabría como redactar una crítica de este libro alejada de las emociones. ¡Estoy impactado! Y no pensé que un libro orientado a un público infantil-juvenil podía tener ese maravilloso efecto en mi. La historia que cuenta Jaime Alfonso Sandoval en esta novela es sencilla y no va a romper tu cabeza con tramas enrevesadas que permanezcan en tu memoria. O sí. En la mía lo doy por hecho, porque me ha hecho disfrutar como un enano de la historia de estos pequeños huérfanos que se ven envueltos en una aventura para la que no están del todo preparados. Y si permanecerá en mi memoria porque hacía muchos años que no me emocionaba con un libro hasta el punto de no poder reprimir alguna lagrimilla. Y no estamos hablando de un libro dramático. Justo lo contrario.
El libro es divertido hasta decir basta. Los personajes que aparecen son inolvidables, desde unas tías profesoras con un ligero problema de...mejor lo leen, hasta unas primas pijas, una directora de orfanato jeta y así un no parar. Quizás en la caracterización de estos personajes (unos cazadores, otros deportistas...) la cabeza se te va planeando a los libros de Roald Dahl, pero ¿acaso eso no es bueno?
Déjenme que frene mi entusiasmo. Quizás esta novela no sea para todo el mundo. Al fin y al cabo es un libro infantil y esa historias son sencillas, con cierta moralina y sin entrar en profundidad en dilemas más complejos. Pero, ¿que quieren que les diga? El autor consigue transmitir miedo cuando tiene que hacerlo, llena la obra de referencias para los que quieren verlas (lo del perico es maravilloso) y resuelve la trama de una manera tan eficaz que no pude esconder mi sonrisa en las ultimas diez páginas. Dije que iba a frenar mi entusiasmo, pero me niego a hacerlo.
Porque ¿para que están escritas las historias sino para emocionar a quienes las leen?

domingo, 29 de septiembre de 2019

Coraline, de Neil Gaiman



Hubo un tiempo en el que las historias y cuentos que se narraban a los niños implicaban el tratarlos con respeto. Entender que, pese a su temprana edad, son personas con la necesidad de desarrollar sus propios criterios, mejorar su espíritu crítico y conseguir las armas necesarias para poder enfrentarse a sus miedos. 
Las historias que presentaban los hermanos Grimm estaban llenas de amenazas para los niños. Brujas, Lobos, madrastras y otros villanos estaban ahí para atormentar sin contemplaciones a los protagonistas de aquellas historias y, de paso, a los lectores que se aferraban ante la posibilidad de que metieran en un horno a un pobre niño indefenso o que un lobo esperara agazapado en una cama para comerse de un bocado a la pobre caperucita.
Por desgracia, la literatura infantil se ha ido diluyendo en medio de lo políticamente correcto, salvo en contadas excepciones. Proteger sus sueños y llenarlos de otros miedos más reales para los que no están preparados. Presentarles brujas buenas, trolls colegas y vampiros vegetarianos. Ese tipo de narraciones tan habitual en estos tiempos hace que, cuando lees Coraline, te des cuenta de lo fascinante que puede llegar a ser una historia simple como esta, con mucho más que contar que lo que se ve a primera vista y que no duda en ningún momento de usar todo lo que tiene para que la pequeña Coraline se enfrente a sus miedos y asuma las consecuencias de sus actos.
El enfrentamiento entre la pequeña y la villana de esta novela corta es toda una experiencia brutal, divertida y, por momentos terrorifica. Gaiman aprovecha toda su maestría para que los que lo lean disfruten de esa sensación tan visceral y necesaria que es la de sentir miedo.
Una novela fascinante y necesaria que explica muy bien el porqué este autor está siempre entre los más valorados por los lectores.

Apocalipsis, de Stephen King

 Muchas veces cometemos el error de juzgar una historia en base a las ideas que nos habíamos formado en la cabeza. Nos adentramos en mundos ...