viernes, 6 de diciembre de 2019

El único hombre vivo, de Mario Gómez Giménez


     Las historias apocalípticas siempre me gustaron. Y más si en ellas aparecen amenazas de diversa índole ante las que los seres humanos se ven incapaces de poder afrontar.
Cuando ese tipo de amenazas se localizan en una ciudad como Barcelona, entonces el interés aumenta ya que puedes sentir el olor de sus calles y sus gentes recorriendo cada página de la historia.
     En este libro los zombies, aunque hay un virus por ahí molestando que les quitaría su denominación, se encargan de poner patas arriba la ciudad condal. El caso que se genera se narra desde puntos de vista bien distintos: el de un policía que se ve desbordado ante los acontecimientos y el una reportera que nos aporta una visión más externa del asunto, complementando el puzzle con una mirada más analítica. Así, el análisis de cómo poder afrontar una crisis de este estilo se ve enfocado a varios niveles. En el terreno, a nivel periodístico y, aparte, político y social.
     Todo esto podría suponer un combo ganador para una novela de género. Su lectura es ágil, el autor domina la narración pese a ser su primera novela y eso permite que la lectura la puedes disfrutar sin mayores distracciones.
      Pero no todo es bueno. Como novela de este subgénero tan querido se queda en una narración sin tripas. Aunque eso tiene como ventaja que es accesible a todo el mundo, le guste o no el género. Pero yo eché en falta un poco más de vísceras, ojos y cerebros destrozados. Además, juega en su contra los desmedidos elogios que encuentras por las redes, en los que tienes la sensación de encontrarte ante la sucesora de Guerra Mundial Z. La novela no aporta al género nada que no hayas leído antes ni tampoco tiene por qué hacerlo.
     Teniendo eso en cuenta, y que a estas alturas poca originalidad se puede añadir al género, la novela la puedes disfrutar como el puro entretenimiento que es. Y eso no es poco. Es divertida, pierde su tiempo en explicar lo que acontece y le da un argumento a una historia de zombies. Tan solo por eso merece la pena conocer un poco a este nuevo autor.



domingo, 17 de noviembre de 2019

El perturbado del verbo, de Luis Henríquez Hernández

Los libros de relatos suelen ser una oportunidad perfecta para entrar dentro de  un mundo desconocido. Un mundo que intuyes empapa cada uno de los pensamientos de la cabeza del escritor. Cuando te pierdes en sus páginas, y lees entre líneas, puedes encontrar sus anhelos, su particular visión de la vida, su cúmulo de referencias culturales o, incluso, sus más escondidos miedos.
En esta recopilación de relatos el perturbado, acertado alter ego del escritor, se dedica a experimentar con todas y cada una de las ideas que parece que le inquietan. Desde criaturas demoniacas ávidas de conseguir el flaqueo de todo tipo de voluntades hasta los curiosos deseos de vida de un ser que no le encuentra sentido a su existencia. Pero, además de crear historias en esencia perturbadoras, se dedica a jugar con todo tipo de narraciones, pasando de relatos largos e incomodos en los que un personaje se dedica a vaciarse, literalmente, hasta encontrar su yo interior, a mostrar varios puntos de vista de una misma historia, recrear una onírica fantasía sexual o juguetear con la búsqueda de una explicación a la locura que parece formar parte de su cabeza. Incluso se atreve a homenajear a uno de los más grandes, en una deliciosa vuelta de tuerca a todo el universo que le rodea.
Y todo eso lo plasma de una manera fantástica, cercana y con la capacidad contagiosa que tiene para conseguir que entiendas todo aquello de lo que está narrando hasta hacerte sentir particularmente identificado. Lees una historia en la que ves como un ser necesita deshacerse de todo tipo artificios físicos para encontrarse a sí mismo y entiendes que tras esos relatos, algunos macabros, otro divertidos y todos interesantes, se esconde algo más.
Por eso, cuando lees historias rocambolescas como la del señor que pierde la cabeza o cuando entras dentro de mi historia favorita, Mis trastornadas voluntades, ves al autor está desnudándose ante tus ojos sin ningún tipo de rubor, dando muestras de que te encuentras ante algo más oscuro, sincero y real de lo que aparenta bajo tantas capas de sangre, sexo y, como no , rock and roll.

Son muchos relatos dignos de releer una y otra vez para sacar todo su jugo. Relatos no aptos para todos los estómagos pero que te harán estremecerte, carcajear y, en ocasiones, hasta excitar pero que, sobre todas esas cosas, te harán sentir que has conocido a un autor en toda su perturbada esencia.

La guerra de los mundos, de H.G.Wells

Los clásicos de la historia de la literatura alcanzan esa consideración por méritos propios. Tienen esa fascinación mágica que consiguen que todos los que se enfrentan a sus páginas experimenten la sensación de que, lo que estás leyendo, es diferente a todo aquello a lo que antes te habías enfrentado. Avanzas entre sus páginas asombrándote de nuevas ideas, maneras de narrar, personajes sorprendentes con los que te puedes sentir identificado o tan solo disfrutas de como el autor ha sido capaz de construir un universo mágico y compacto que permanecerá en tu memoria para siempre.
Y todas esas virtudes las puedes encontrar en una obra como esta. La osadía de presentar una invasión alienígena de este modo, teorizando acerca de sus motivaciones, describiendo el tipo de mecanismos que les permiten un viaje a la Tierra tan complicado, diseccionando la anatomía orgánica de unas criaturas  desconocidas de otro planeta...Wells da una lección magistral de como sería ese supuesto enfrentamiento tan desigual contra una especie claramente superior a la humana.
Y lo hace de una manera tan fría que a mi no ha conseguido engancharme. Vas leyendo una tras otra las páginas y lo que te encuentras es una descripción pormenorizada de todos y cada uno de los detalles de esa invasión marciana. Y no me cabe duda que es una narración tan realista que, por fuerza, tuvo que ser aterradora en su época. No deja ningún cabo suelto. Puedes apreciar como la humanidad va quedando poco a poco reducida a una mínima expresión. Como recalca el autor, somos hormigas ante una amenaza como esta. Pero a mi, ese análisis, se me ha hecho eterno.
Soy consciente de que me enfrentaba a una historia conocida y sabía en todo momento como se iba a desarrollar, su particular desenlace y las características que la convirtieron esta obra en un clásico universal. Quizás este ha sido la razón por la que no he conseguido meterme de lleno en esta historia. Sin embargo, al leer la segunda parte de la novela, al bajar al suelo y acompañar al protagonista en todo lo que ocurre durante la segunda parte de la historia , te das cuenta que el libro puede emocionar lejos de tanta descripción fotográfica. Aunque, en mi caso, había llegado demasiado tarde.

Una novela necesaria, fantástica y transgresora que a mi se me ha hecho eterna.

Amigo imaginario, de Stephen Chbosky



Tratar de resumir en varios párrafos a la valoración de una obra tan ambiciosa y atrevida como esta es engañar a quien me lee. Es imposible, nunca podrías resumir el abrumador contenido que acumula el autor en las ochocientas páginas que contiende esta novela que está en boca de todos. Habría que tirar sobre lo más sencillo que se me ocurre, que es aprovechar las palabras que hay escritas en la sobrecubierta. En ellas se invita al lector a descubrir sus primeras sesenta páginas y a ver el efecto que supone llegar a esa parte de la novela. Realmente, cuando llegas a ellas, ya no vas a poder dejar de leer esta historia (sugerencia, no se atrevan a ojear esa parte y estropearte la experiencia).
Pero, ¿de que va todo esto? Pues básicamente nos encontramos ante una historia de personajes que lo van a pasar mal en un momento dado de sus vidas. Y para que eso funcione necesitas conectar con ellos, saber quienes son y por lo que están pasando. Necesitas sufrir con sus tristezas y alegrarte con sus momentos de luz porque realmente te importan. Y ahí, justo ahí, radica lo mejor de esta novela. 
Porque el autor se para a explicarte quiénes son los innumerables personajes que aparecen en esta historia y lo hace con calma, de ahí la extensión del libro. Pero lo hace de un modo que consigue mantener la atención en todo momento, sin resultar aburrida la vida de personajes tan variopintos como una adolescente ultrareligiosa, un sheriff con recuerdos que le atormentan o un anciano medio ciego cuya vida ha sido todo un tormento. Y eso son meros secundarios de los tantos que aparecen, porque los protagonistas de la historia, una madre y su hijo sometidos a todo tipo de infortunios, están tan bien desarrollados que no los vas a olvidar en mucho tiempo. Luchadores innatos, pasear por sus vidas es sentirte parte de ellas, por lo que todo el sufrimiento al que se tienen que enfrentar te afecta y lo compartes.
Y ese sufrimiento tiene nombre y tiene cara. No pienso estropearle la experiencia, pero diré que hay imágenes que he leído en esta obra que permanecerán durante mucho tiempo en mis pesadillas. El autor consigue describir momentos de tensión y horror que se quedan clavados en tu cabeza, convirtiendo algunos pasajes de la novela en auténticas muestras del mejor terror contemporáneo. Los causantes de tanto horror están muy bien definidos, se les teme por sus actos y se quedan clavados en tus retinas por sus capacidad de aterrar.
Pero no todo es bueno en la novela, por desgracia. Aquí las referencias sobre las que camina el escritor son demasiado evidentes, hasta el punto en que hay momentos en los que desconectas de la historia por que te la conoces de memoria. Tienes muchas píldoras de Stranger Things, de It, el resplandor, Coraline, Poltergeist, Matrix...millones de referencias que más que ayudar lastran la historia hasta invitarte a renunciar. Pero claro, la manera en la que están escritas, con capítulos cortos de fácil lectura, que van de un lado a otro casi sin darte cuenta hasta que conectan los unos con los otros, hacen que quieras más y más. Y cuando te das cuenta llevas seiscientas páginas encima, empiezas a hilar todo en tu cabeza y te distraes de lo que está aún por llegar.
A partir de ahí todo cobra sentido. Te podrá gustar o no lo que viene a continuación, yo me quedo en el si. Pero, de verdad, la locura del último cuarto de la novela es una experiencia digna de leer. Sin contar ese desenlace, diré que el escritor se encarga de darle sentido a todo, aunque puede inclinar la experiencia de la novela a obra maestra del terror o a la sensación de que la historia se le fue de las manos con tanto bombo y platillo. 

Yo me inclino por lo primero, porque me gusta pasar miedo y en esta obra lo he pasado, porque historias como estas son las que siempre me han gustado y porque tras ochocientas paginas perdido en medio de esta historia tan clásica de lucha entre el bien y el mal, quiero mucho más.




martes, 15 de octubre de 2019

Un puñado de sombras, de Leandro Pinto




Los libros de relatos suelen ser un modo perfecto para conocer las filias e inquietudes de aquellos escritores que apenas conoces y quieres saber de que pie cojean y, por otro lado, un pequeño regalo para disfrutar de los autores a los que ya vas siguiendo la pista y estás ya de lleno dentro de su universo.
En el caso de Leandro Pinto se unían ambas cosas. Por un lado ya había disfrutado de uno de sus relatos de la serie Demencia y quería indagar un poco más en su manera de ver el horror. De ahí que cuando me encontré con la portada de este libro, con esa presencia espectral e incómoda me decidí apostar por su lectura. 
¿Y que es lo que encontré en sus pequeñas historias? Pues varias cosas. De entrada la idea de que aquí el autor se ha lanzado a describir todas aquellos miedos que, quien más o quien menos, hemos padecido en algún momento. Miedo a la muerte, al dolor, a lo desconocido. Miedo a los vampiros, fantasmas o criaturas demoniacas surgidas de un horror desconocido. A animales descontrolados, científicos locos, a las cucarachas...todo tipo de miedos que en algún momento dado hemos padecido se dan paso en los siete relatos que componen esta obra.
Pero es que, aparte de eso, este libro es un homenaje a los seguidores de esa sensación tan placentera e incómoda que tanto nos gusta. La de el terror. Porque cualquiera que tenga historias a sus espaldas tiene que disfrutar como yo lo hice de historias como la de Bela y uno de nuestros más temibles miedos de la infancia, la de Sephora, el que para mi se convierte en el mejor de los relatos, o la tremenda historia con el que se cierra la recopilación, heredera directa de Cronemberg. En lo visual, claro, porque luego viene la parte narrativa y ahí se nota perfectamente que nos encontramos con un autor que tiene a sus espaldas muchas noches sin dormir bajo el cobijo de lo gótico. Y si, son esos autores que tanto hemos leído. Están ahí, respirando entre las líneas, mostrando su trascendencia aún cien años más tarde.

En resumen, esta serie de relatos está hecha para cualquier amante del género. Desde para aquel al que le gusta la sutileza, ¿he dicho Sephora? al que prefiere disfrutar de lo grotesco y lo incómodo. Porque ¿a quién no le gusta abrir un ataúd y mirar lo que hay dentro? ¿Quién no tiene curiosidad por subir al laboratorio secreto de un científico loco? ¿Quién no tiene miedo a que se acabe la anestesia?

sábado, 12 de octubre de 2019

En el bosque, bajo los cerezos en flor. De Ango Sakaguchi


Llegó a mis manos este pequeño libro sin tener mayor idea de su contenido. Sabia que quien me lo había regalado tenía buen gusto y que conocía mi descarada devoción por todo lo asiático y mi afinidad por lo terrorífico y lo macabro. Así que lo comencé con la mente abierta y a las pocas páginas ya tenía en la cabeza la idea de que esa pequeña historia me iba a gustar.
Que a las primeras de cambio leas las peculiares aficiones de una doncella no deja ser impactante. Llevo varios libros donde la sugerencia prima sobre lo visual y aquí, sin embargo, a las primeras de cambio te describen con precisión algunos pasajes muy macabros. Me fascina la capacidad que tienen los escritores asiáticos de pasar de la delicadeza de un bosque de cerezos a esos pasajes tan incómodos de leer.
Y cuando continúo con la lectura resulta que es un libro de relatos. Tres en concreto. Y eso que, en un principio le decepcionó se convierte en un tremendo acierto al iniciar la joya que es el segundo de los relatos, donde te metes en la piel de un ebanista lleno de rencor que se enfrenta a un trabajo de lo más peculiar. La lectura de este relato es tremenda, lleno de pasajes extremos donde se mezcla lo espiritual y lo visceral. Una historia que te atrapa en sus pocas páginas y que se queda en el recuerdo para siempre.
Quizás el último de los relatos se queda corto. No porque sea malo, sino porque parece que está completamente alejado de los otros dos en cuanto a propuesta. Aún así es una delicia.
En definitiva, un libro muy recomendable de relatos en el que te puedes sorprender al descubrir las propuestas terroríficas que te sugieren los escritores asiáticos.

jueves, 10 de octubre de 2019

Descansa en paz, de John Ajvide Lindqvist



En el ya conocido subgénero de la literatura zombi, aunque en esta historia es necesario cambiar el término por el de muerto viviente, la innovación y la búsqueda de una idea diferente no es muy habitual. De ahí que esta novela sea tan necesaria y demoledora en muchos aspectos. Capaz de estremecer y aterrar como pocas, no es un libro en el que se respeten los cánones habituales del género que creó Romero hace ya unos 50 años.
Aquí los seres fallecidos regresan. Y regresan como los seres en que se han convertido tras su muerte. No como criaturas hambrientas de carne, deseosas de encontrarte en masa para que te unas a su horda. Vuelven confundidos y tristes. Desesperanzados, impersonales y con la mínima y angustiosa conciencia de que no deberían haber regresado. 
Pero esta historia no va sobre ellos. Plantéatelo por un momento. ¿Qué estarías dispuesto a hacer por volver a tener cerca a tus seres más queridos? ¿Serías capaz de amarlos aún cuando sus cuerpos se están descomponiendo? ¿Te haría ilusión que regresara a tu lado la persona que más te ha hecho sufrir? 

El terror que abunda en este libro va más allá de la presencia de estos seres queridos en descomposición. Y no es poco, que hay momentos tan estremecedores que será imposible que no se te erice la piel. Momentos repulsivos, incómodos y provocadores. Pero este libro va de otra cosa. Va de mirarte en el espejo y aceptar nuestro egoísmo. De nuestra crueldad innata cuando nos sacan de nuestra zona de confort. De remordimientos y, sobre todo, de descansar de una maldita vez en paz.

lunes, 7 de octubre de 2019

El monje, de Mathew G. Lewis



¿Saben esa sensación que uno tiene cuando está leyendo una novela a la que le quedan apenas unas cincuenta páginas y que hace que empieces a leerla más lento porque no quieres que se termine? Todos la hemos tenido más de una vez y eso suele ir acompañado de un regusto dulce en el paladar que te invita a hacer críticas grandilocuentes y entusiastas acerca de lo que acabas de terminar. Gritas a todo el mundo que tienen que leer este libro. Sonríes cuando alguien a quien ni siquiera conoces sabe de la existencia de esta historia y vas buscando como un loco nuevas reseñas y adaptaciones al celuloide de la historia porque quieres seguir adentrándote en un mundo nuevo que desconocías poco tiempo atrás.
Este es uno de esos libros. Uno de esos que perdurará para siempre en tu cabeza y que lo subirás a los más elevados peldaños de tus lecturas favoritas.
¿Pero realmente es tan bueno como dicen? Si esa es una de esas novelas pomposas que se enredan en tramas rebuscadas y que apenas dará nada de miedo. Mmmmm, déjenme explicar unas cositas.
Hace más de doscientos años el ser humano tenía otra visión de lo sobrenatural y manejaba unos acordes del terror que no se pueden equiparar a los que estamos acostumbrados en estos tiempos. Hoy en día leemos acerca de posesiones demoniacas, asesinos enmascarados, cadáveres que regresan con ansias de sangre y tripas, licántropos, vampiros y espectros vengativos y toda una suerte de criaturas que nos deleitan con sus temidas presencias. 
Pues imaginen por un momento que pudieras recopilar  todos los temores actuales y adaptarlos para los lectores de una época pasada donde el miedo a la muerte, a la presencia de espíritus, a los infiernos y a la pérdida de la virtud se unieran en una sola novela. Y que todas y cada unos de los engranajes que sustentan una situación aterradora se alinean para mostrarte una historia compacta que no se te va a quitar de la cabeza con facilidad.
Entonces, ¿tienes que leerlo si o si? Pues depende de ti como lector. Si esperas una novela de digestión rápida, que no te haga pensar y que esté llena de situaciones aterradoras en cada capítulo que leas mejor no te fíes demasiado de mi entusiasmo. Pero si están dispuestos a dar ese paso adelante y quieren conocer la historia de este monje Ambrosio, ejemplo andante de virtud y coraje y ver cómo sus más absolutas convicciones se van al carajo sin que apenas se pueda dar cuenta es la novela que están tardando en leer.
Y no solo eso, que ya sería más que suficiente. A lo largo de la novela iremos conociendo otras historias igual o más terroríficas que la de el monje. Habrán extraños exorcistas, monjas impuras, castigos inhumanos, confusiones fantasmales, serpientes, cadáveres putrefactos, torturas medievales, engaños, sexo no consentido, humor negro, leyendas medievales, fantasmas, espíritus, magia negra y brujería, querubines, maldiciones, pueblos enfurecidos, criptas y hasta un final que te helará toda tu memoria desde el momento en que dejes de leer esta novela. 
Esta novela es para mi ya lo mejor que he podido leer este año y, probablemente, me acompañará durante mucho tiempo en mis recuerdos. 

A todos aquellos que me pregunten si merece o no la pena leer esta obra clásica cumbre del gótico, de más de dos siglos de antigüedad, y uno de los exponentes máximos del género del terror les tendré que decir que están tardando en hacerlo.

jueves, 3 de octubre de 2019

Angus dei, de Nieves Moiries



¿En donde se encuentran los límites de la cordura? ¿Cuáles son los factores que desencadenan la desconexión con nuestra realidad? ¿Eres tú quien crea monstruos o los monstruos buscaron el modo de moldearte a ti?
Esta pequeña novela no te va a plantear ninguna de esas preguntas, al menos abiertamente. Es una mera descripción de sentimientos ahogados, que piden a gritos escapar de una realidad incómoda de la que solo puedes escapar mediante la muerte. A pesar de ello, no dejas de sentir que quedan miles de cuestiones en el aire cuya verdadera respuesta la tienes que encontrar por ti mismo. Porque te invita a entrar en la cabeza de una mente deshecha, torturada,  incapaz de diferenciar entre la dura y perturbadora enajenación y una no menos dura y perturbadora realidad.
Enfrentarse a la muerte, a la tuya y a la de tus seres (no) queridos no es agradable. Más cuando son ellos los culpables de que tu vida se haya convertido en una auténtica pesadilla. El amor y el odio son las dos caras de la misma mierda. ¿No parece razón suficiente como para desear acabar con ella?
Esta es una novela incómoda, difícil, confusa, terrible y real. Puede que no termine de gustarte. Y es que los libros, y la vida, no siempre son tan agradables como tú  esperabas.

miércoles, 2 de octubre de 2019

Preciosa oscuridad, de Fabien Vehlmann y Kerascöet



Esta es una de esas rarezas que puedas amar u odiar según pasen los minutos. Una pequeña fábula fascinante en la que descubres una historia en apariencia simple y con poca trascendencia pero que encierra en cada una de las viñetas una explosiva combinación de mal rollo y extrañeza. 
No se me ocurre un mejor modo de describir esta historia que plasmando mis sensaciones. La lees de una sentada y, cuando llegas al final del tebeo piensas, ¿pero qué basura es esta?, ¿dónde está ese cómic tan fascinante que la gente alababa con entusiasmo? ¿eso que vi era realmente lo que vi? ...espera que lo leo de nuevo porque hay algo que no me cuadra. Y es en ese momento en el que empiezas a percibir ese regusto de mala leche y comienzas a entenderlo.
Porque la historia es un caos de pequeñas tramas, a cada cual más surrealista. Todas y cada una de ellas llenas de bajezas propias del ser humano más humano. Porque no deja de reflejar en esos personajes de cuento de hadas cada uno de los peores comportamientos que tenemos escondidos. En ese sentido es un fiel reflejo de una sociedad limitada por lo políticamente correcto. Cuando te pierdes por sus páginas, y lo haces dos, tres o más veces sin que te des ni cuenta, entiendes que las eternas fábulas estaban llenas de todo esta mala leche. Personajes zafios, egoístas, perversos y mal intencionados que bajo su apariencia angelical estaráb dispuestos a sacar lo peor de su esencia.
Una rareza mágica que te remueve por dentro.

martes, 1 de octubre de 2019

El espectáculo del vampiro, de Richard Laymon


Mi primera incursión en los mundos de Richard Laymon y ha sido un auténtico fiasco. Y me da rabia, porque he visto dentro de esta novela muchas ideas buenas y la insinuación de muchas tardes que vamos a pasar acompañados. Su narrativa ágil, sus abundantes y cercanos diálogos, su capacidad de invitarte a entrar en la mente de los personajes han ganado mi confianza como para seguir leyendo algo más de este autor.
Porque tenía entendido que las tramas de este escritor tenían la capacidad de estremecerte. Sangre, visceral, tramas macabras e inquietantes, todo lo que había oído se Laymon me avisaba de que estaba en frente de una mente enferma dispuesta a perturbar a todo aquel que quisiera una historia poco convencional.
Pues nada de eso aparece por El espectáculo del vampiro. Nada. Y mira que, aún siendo aproximadamente unas cuatrocientas páginas, la letra es tan pequeña que podría doblar las mismas en cualquiera otra edición. Y lo peor es que, a pesar de eso, en ningún momento aparece esa trama que esperas y que no se intuye en ningún momento.
Esta historia versa sobre la amistad, el descubrimiento del sexo, la responsabilidad, el miedo a la pérdida, la violencia...y todo eso está muy bien desarrollado. El problema viene cuando el título del libro es El espectáculo del Vampiro.
Bien, seguimos adelante, una página más. ¡Vaya! aquí aparece un perro infernal. Sigamos, ¡mira han entrado en la casa! Esto empieza a ponerse interesante. Bueno, no era lo que yo pensaba, pero seguro que ahora...y así van pasando páginas y páginas sin que realmente vayas a ningún lado, más allá que la historia de esa amistad y el desarrollo de los personajes.
Entonces, será el final donde todo estalla. Seguro que el autor está encariñándome con los personajes para que me duela en lo más profundo lo que lea va a ocurrir ante el espectáculo. Me temo que lo van a pasar muy mal...y así te das cuenta de que llegan las últimas cincuenta páginas. 
A partir de aquí todo se precipita y pasa lo que tiene que pasar. Nada que objetar salvo que es un auténtico despropósito. Situaciones absurdas, cambios en el comportamiento de los personajes sin venir a cuento, llegada de Rambo a la trama. La verdad, si por algo hay que leer este libro es por esa última parte en la que el autor te dice algo así como: “mira chico, olvídate de las últimas trescientas páginas y vamos a improvisar” un auténtico calvario en el que, lo peor de todo, ni siquiera tiene una pizca de mala leche. Tan solo un párrafo, un magnífico párrafo en el que sientes que este autor puede ser capaz de crear situaciones incómodas y que pronto las empezarás a leer.
No todo es malo. Los personajes femeninos aquí están muy logrados y son los que realmente llevan el peso de la historia. Sin ellos no habría trama, directamente. Pero no merece la pena un libro con tanta extensión para demostrar que los varones somos simples, torpes e imbeciles. 
En fin. Una lectura fallida que puede gustar a quienes quieran ver una historia de amistad sin esperar nada más allá. Una pena.

Lobos, de Xavier M. Sotelo



¿Cómo podría describir las sensaciones que tengo ahora, a minutos de terminar esta obra de Xavier M. Sotelo? Ninguna de las palabras que utilizará haría justicia. Emoción, angustia, miedo...todo y más. Con cada página que leía mi cabeza volaba pensando: “no me puedo creer lo que estoy leyendo”. Han vuelto, el mito del hombre Lobo ha vuelto y lo ha hecho por la puerta grande.
El licántropo había desaparecido de la mente de los aficionados al terror. Ninguna historia conseguía hacer justicia a esa criatura tan amenazadora que recopilaba en un mismo cuerpo la fiereza y visceralidad de un animal leta como el lobo y el raciocinio y la mala leche que puede aportar un ser humano. El hombre Lobo lo tiene todo para ganar y más si caza en manada. Pero la literatura y el cine los habían dejado de lado, apareciendo solo como agentes secundarios a la sombra del resto de criaturas de la noche.
En esta obra no. Aquí son la estrella y lo hacen con todas las consecuencias. Despiadados, inteligentes, crueles y brutales, las criaturas se mueven a sus anchas destrozando por completo a sus pobres víctimas. Y lo mejor de todo, es que estas te importan. Y mucho.
Las primeras páginas de esta novela podrían parecer desesperantes. El autor emplea el tiempo suficiente para que conozcas a cada uno de los personajes que van a perecer más tarde ante los lobos. No pretendo destripar, que bien empleada la palabra ahora, la novela. El autor deja claro en sus primeras páginas el brutal desenlace que tendrán los jóvenes que se adentran en tierras desconocidas. Avisa al lector y eso hace que conforme vayas leyendo sus circunstancias te apene el saber que pronto todas esas vivencias quedarán en nada. Genial la jugada del autor al que adoro desde ya.
Luego llega la noche y con ella todo lo que vendrá con la luna. Aquí el lector encontrará todo lo que espera y más. No voy a entrar en espoilers pero diré que mis expectativas se cumplieron con creces. El autor no escatima en detalles acerca de lo que lees y es capaz de describir con certeza todos los sucesos que hará disfrutar, y horrorizarse, al lector. El resto de la trama ya te tiene ganado y, aún así, seguirá sorprendiéndote.
¿Qué más puedo decir? Creo que el resumen sería algo así a que estoy ante una de mis lecturas indiscutibles del año y que no deben perdérsela si les gusta el género. Es muy difícil de conseguir en España, pero si consiguen hacerse con una copia, no duden en hacerlo. Merece la pena leer esta magnífica obra que te vuelve a reconciliar con el miedo a la luna.

Cuentos de amor de locura y de muerte, de Horacio Quiroga




Analizar una obra tan preciosa como ésta asusta. Porque sabes perfectamente que te enfrentas a un clásico de la literatura, pieza fundamental en la historia de las letras universales y referente de los grandes contadores de historia que nos dejó el siglo XX (léase Borges, Márquez y todos los que quieras añadir a la lista).
Sin embargo, en pleno siglo XXI, las historias que se narran en este libro de relatos no impresionan como seguro pudieron hacerlo en su época. Salvo en los cuentos más reconocidos, ya que quien no se estremezca al leer La gallina degollada es que es un ser digno de que Quiroga le añada en una nueva recopilación de sus historias escritas desde el infierno de sus recuerdos.
Pero, ¿que es lo que pasa entonces? Pues que te adentras en su universo y ves que este escritor es capaz de contar mucho más con sus omisiones que con sus letras. En el cuento de la gallina, apenas da detalles de sus desenlace, pero se te marca tan bien en la cabeza, que no lo podrás olvidar en mucho tiempo. O en la historia del solitario, donde te identificas tanto con el artesano que terminas por justificar una acción nada elogiable. Así con cada una de las historias que narra. Pequeñas píldoras que terminan por gustarte sin que, realmente, sepas el por qué. Quizás, indagando un poco en su desgraciada biografía, entiendas mejor sus obsesiones ya que estuvo siempre rodeado por la muerte y el desarraigo.
De entre todos sus cuentos, quiero destacar en especial el que cierra las historias que narra en esta recopilación. Una narración ¿optimista? en medio de un mundo de muerte y locura. Otro de sus cuentos inolvidables en el que el amor es el auténtico protagonista pero que, Quiroga, decide mostrarlo entre sus sutiles velos.
En definitiva, una obra fundamental que no impresiona por sus terroríficas propuestas pero que, sin embargo, sorprende en cada palabra que llena esta maravilla de edición.

Rojo, de Carlos Sisí



Terminada la primera parte de la trilogía de Sangre las sensaciones que tengo son las de querer empezar a contar los días para tener en mis manos la siguiente entrega. Y eso es toda una alegría y celebración, puesto que no conocía las anteriores obras de Carlos Sisí y me daba un poco de miedo empezar con una obra tan ambiciosa.
Y es que esta novela de vampiros tiene todos los ingredientes necesarios para que te atrape con facilidad. De entrada unos personajes llenos de carisma. Sobre todo los tres principales que llevan el peso de la narración. Sonia, Jared y Jimmy son los pilares básicos en esta grandilocuente historia y, sin ellos, el interés iría decreciendo. Sus caracteres son tremendamente antagónicos y, sin embargo, encajan el uno con el otro con tanta fluidez que te resulta imposible imaginarlos por separado. Basta que uno de ellos diga una frase para que tú reconozcas al instante quien de ellos está hablando. Además las acciones que realizan ante aquello que están viviendo son tremendamente coherentes con su personalidad. Hay más de una ocasión en que tanto estos personajes, como el resto que irán apareciendo, se sientan a discutir cuáles son las mejores opciones que tienen para enfrentarse a la amenaza que los acechan y todas esas discusiones son tan sensatas que solo puedes aplaudir al escritor.
Y esas amenazas son vampiros. Pero vampiros de los que uno quiere leer, sin tener que mencionar esas otras criaturas con dientes y brillantes. No pienso revelar nada de estas criaturas más allá de que cumplen el cometido de aterrar. Y eso, en un libro de estas características, es fundamental. Son criaturas despiadadas, inteligentes y algo más, aunque mejor lo descubres con la lectura.
Quizás el desarrollo de la trama peca en ocasiones de situaciones ya leídas anteriormente. Estamos ante un libro apocalíptico y eso siempre está marcado por escasez de alimentos, peligros al acecho y todas esas cosas. Pero jamas llega aburrir sus casi seiscientas páginas sino todo lo contrario. Los momentos de tensión impiden que esa sensación se te acerque y, realmente, hay bastantes.
Para poner un guinda a la lectura, el autor llena la novela de referencias a la cultura pop que casi todos conocemos. Algunas muy evidentes y otras más sutiles. Y, además, cuando tiene que ponerse serio es capa de soltar algún que otro discurso necesario para poder entender con total claridad la situación a la que se enfrentan los protagonistas. 
Ahora solo falta esperar a noviembre a ver si el nivel seguirá manteniéndose. El final da para mucho y espero disfrutar de la continuación de esta historia para ver cómo de roja seguirá la situación.

Las ratas, de James Herbert




Si hay algo a elogiar en esta novela es la sinceridad de su propuesta. No hay margen a engaños. Ratas como vía para encauzar el horror. Y a lo largo de sus páginas podrás disfrutar, no se si sería la palabra correcta, de las atrocidades que son capaces de acometer esta especie de roedores que a todos nos repugna.
Porque en esta novela los ataques violentas y macabros aparecen desde el inicio de la novela. Poco a poco te vas dando cuenta de la fragilidad de la sociedad ante una amenaza tan potente como esa. Y el autor la muestra sin ningún tipo de censura. De ahí que la lectura de este libro se convierta en un ejercicio de aguante ante los múltiples destrozos que una colonia de ratas hambrientas e inteligentes puedan ejercer sobre cualquier criatura que se ponga por delante. Capítulo a capítulo te vas estremeciendo y no puedes evitar erizarte al mirar con el rabillo del ojo esa cortina que tienes en casa y que se mueve con el viento.
Con todo eso como aliciente, no puedo reprimir una decepción al leer la novela. Porque no va más allá. Los personajes carecen de ningún tipo de estímulo para interesarse por ellos y eso lastra la lectura cuando ya ha leído varios capítulos de ataque. Hay una trama central, pero que no me terminó de estimular empatía en ningún momento y eso le resta fuerza a la novela al final. 
Sabiendo eso, todo lo demás se convierte en un espectáculo digno de saborear con un bolsa de basura cerca, porque ¿a quien no le gusta leer eso de que cientos de ratas devoren con ferocidad a un ser humano desvalido?

La señal, de Maxime Chattam



Tienes un libro como este en las manos y te preguntas si será tan bueno como lo pintan. La salvación del terror moderno, un soplo de aire fresco al género, te estremece hasta el punto de no poder levantarte a apagar las luces...Todos los calificativos imaginables para este libro de terror han sido pocos y eso condicionará tu opinión al respecto.
¿Es tan bueno como dicen?¿Vale tanto la pena leerlo con esa extensión? Mi respuesta es que sí. Que lo he pasado en grande con sus más de seiscientas páginas. Que he disfrutado de lo lindo en medio del misterio que envuelve el pueblo de Mahingal Falls, de su pasado, de sus secretos, de todo aquello que se oculta bajo los ríos anegados. A lo largo de sus capítulos, cortos y directos, no dejan de ocurrir sucesos sin explicación, algunos de ellos terrorificos, sin dar tiempo al lector de un pequeño descanso. Más de una vez me vi releyendo un pasaje ante lo macabro de la situación o para certificar que lo que había leído era real y no producto de mi ansia.
¿Quiere eso decir que nos encontramos con el libro de terror que todos buscamos? Pues mira, depende. Lovecraft solo hubo uno, y King otro (bueno...su hijo va por buen camino). Lo que narra aquí Maxime Chattam no es nada que no hayas leído antes. Es hijo de su tiempo y por sus páginas desfilan todo tipo de situaciones aterradoras que has leído o visto antes. Pero, ¿no pasa lo mismo cuando lees una novela negra?, ¿acaso las novelas románticas no reciten una y otra vez las mismas estructuras? En esta novela, todos los estándares del terror aparecen sin ningún tipo de pudor y, encima, el autor tiene la valentía de escribir algunos pasajes y situaciones que los autores convencionales no se atreverían ni a insinuar. 
Y si añadimos unos personajes que, sin ser el paradigma de originalidad, son coherentes y cercanos, pues entonces tienes todos los ingredientes para pasar un buen, mal, rato disfrutando de todo este entramado de atrocidades en el que las fuerzas del mal encuentran una oportunidad para hacer de las suyas. 
Si eres amante del terror tienes que leer esta novela. No revoluciona el género, pero te hace disfrutar de lo lindo de todo aquello que siempre has amado. Y no le compares. Ningún autor va a llegar a la altura de Poe, Lovecraft o Matheson. Pero...¿acaso no diremos lo mismo dentro de veinte años cuando uno recuerde La señal de Maxime Chattam?

Doce sustos y un perico, de Jaime Alfonso Sandoval



No sabría como redactar una crítica de este libro alejada de las emociones. ¡Estoy impactado! Y no pensé que un libro orientado a un público infantil-juvenil podía tener ese maravilloso efecto en mi. La historia que cuenta Jaime Alfonso Sandoval en esta novela es sencilla y no va a romper tu cabeza con tramas enrevesadas que permanezcan en tu memoria. O sí. En la mía lo doy por hecho, porque me ha hecho disfrutar como un enano de la historia de estos pequeños huérfanos que se ven envueltos en una aventura para la que no están del todo preparados. Y si permanecerá en mi memoria porque hacía muchos años que no me emocionaba con un libro hasta el punto de no poder reprimir alguna lagrimilla. Y no estamos hablando de un libro dramático. Justo lo contrario.
El libro es divertido hasta decir basta. Los personajes que aparecen son inolvidables, desde unas tías profesoras con un ligero problema de...mejor lo leen, hasta unas primas pijas, una directora de orfanato jeta y así un no parar. Quizás en la caracterización de estos personajes (unos cazadores, otros deportistas...) la cabeza se te va planeando a los libros de Roald Dahl, pero ¿acaso eso no es bueno?
Déjenme que frene mi entusiasmo. Quizás esta novela no sea para todo el mundo. Al fin y al cabo es un libro infantil y esa historias son sencillas, con cierta moralina y sin entrar en profundidad en dilemas más complejos. Pero, ¿que quieren que les diga? El autor consigue transmitir miedo cuando tiene que hacerlo, llena la obra de referencias para los que quieren verlas (lo del perico es maravilloso) y resuelve la trama de una manera tan eficaz que no pude esconder mi sonrisa en las ultimas diez páginas. Dije que iba a frenar mi entusiasmo, pero me niego a hacerlo.
Porque ¿para que están escritas las historias sino para emocionar a quienes las leen?

El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, de Robert Louise Stevenson


Leer un libro de este calibre es siempre una delicia. Y eso que partes siempre con la desventaja de saber con certeza el desenlace y que toda capacidad de sorpresa que aporta la historia ya es conocida de antemano. La dualidad del Dr. Jeckyll no sorprende en ningún momento y, a pesar de eso, sigue siendo una historia que fascina.
Porque aunque el terror que pudo ocasionar la presencia del señor Hyde en el pasado siglo XIX haya sido superado en la actualidad, lo que cuenta Stevenson en esta historia va mucho más allá. No te sorprende que un ser sea capaz de pisotear a una niña o que de rienda suelta a sus instintos más bajos sino que, si lo piensas bien y eres capaz de leer entre líneas, descubres que tú no eres tan diferente de esa criatura tan espantosa.
Eso confiera a la novela un aroma universal que se queda impregnado en tu ropa para siempre. Te guste o lo niegues, cada uno de nosotros mantiene controlado dentro de sus posibilidades a un ser oscuro en nuestro interior. Lo controlamos, o no, de la mejor manera que podemos. Ahí dentro está esperando a salir a la mínima oportunidad. Lo puedes sentir cada vez que enciendes el televisor, cuando te cuenta tu compañero de trabajo sus últimas vacaciones, cuando el juez de un partido señala una infracción en tu contra, cuando te faltan seis números de tu boleto de lotería o cuando miras con deseo los pasos de tu vecina. Lo ves en las redes sociales cada día que pones un comentario a una publicación.
La grandeza de esta novela es que Stevenson escribe una historia eterna en la que relata quien serías tú realmente si dejarás libre tus humanos instintos. Una obra universal que analiza cómo pocas la profundidad del alma humana y que, precisamente por eso, es aterradora.

El instituto, de Stephen King


Cuando compro un libro de Stephen King no suelo leer ningún tipo de reseñas. Ni siquiera me pongo a indagar en la sinopsis para ver por donde nos va a sorprender esta vez. Es King y para mi leer un de sus obras es contar con la certeza de que va a estar bien escrito y va a conseguir que pase un buen rato.
De ahí que cuando inicias las más de seiscientas páginas que tiene esta nueva obra pues las afrontes con la tranquilidad de que lo que está por venir te va a dejar satisfecho. Y en esta obra tampoco falla.
King en este libro nos propone una institución en la que conviven una serie de niños con características especiales. Poco más voy a revelar de esta novela ya que lo importante es disfrutarla y descubrir que es lo que los hace especiales y cuál es la misión que tiene ese instituto del que se habla en el titulo de la novela. 
Entonces, ¿otra novela de Stephen King con niños enfrentados a situaciones para las que no están preparados? Pues sí, con todo lo bueno y malo que eso supone. La capacidad que tiene el autor para ponerte en la piel de los críos es sobresaliente. Es imposible no ponerse en su piel y sentir como propios las miles de cosas que les van a ocurrir. Y no son agradables de leer. Estamos en un libro de King y contamos ya con eso.
Sin embargo, la lectura es lenta por momentos y requiere de una cierta paciencia y predisposición para poder disfrutarla en su totalidad. Tiene sentido, porque de algún modo hay que preparar al lector para todo lo que acontece en el último tercio de la novela donde ya se pondrán todas las cartas sobre la mesa. Es aquí cuando ya las páginas vuelan sin que apenas te des cuenta y cuando todo empieza a encajar de un modo quirúrgico que te invita a aplaudir al genio de Maine.
Y además, la novela tiene un as en la manga en forma de epílogo. Poco puedo decir de él salvo que es lo que, para mi, deja el gustito sabroso de una excelente obra. Ese toque diferente que te invita a repetir una y otra vez los platos que te sirve Stephen King y que sientas que, a pesar del empacho, siempre tienes hueco para uno de sus postres.

lunes, 30 de septiembre de 2019

Una cabeza llena de fantasmas, de Paul Tremblay




Esta es una de esas novelas que no te deja indiferente. Y cuando una historia consigue generar ese tipo de sensaciones, cuanto menos, debería ser considerada como una buena obra. Terminado el libro aún no se si me encuentro ante una genialidad o una tomadura de pelo. El autor te plantea una situación que ya has leído o visto en numerosas ocasiones. Una adolescente que tiene problemas extremos de comportamiento y una familia que se debate entre la ciencia y la religión.
Hasta ahí todo muy convencional y acorde al subgénero que abarca. Pero el autor toma una serie de decisiones de lo más interesante. 
En primer lugar nos presenta la narración de la historia bajo la mirada de una niña de 8 años. Y eso hace que sea el lector el que tenga que ir poco a poco asumiendo que los hechos que le narran no son exactamente como lo cuenta la pequeña. Con todo lo bueno y malo que esa visión implica. Porque lo que una pequeña percibe como terrorífico puede que no lo sea tanto y, al mismo tiempo, puede dar por natural aspectos que son estremecedores.
Por otro lado, la presencia de una narración paralela a los hechos que narra la historia burlándose de todo aquello que has leído, comparándolo con cada uno de los estándares del género, le da una visión escéptica a tu propia visión, sin que termines por tener bien claro que es lo que realmente está pasando.
Y luego llega el momento en que pone en bandeja al lector un pequeño detalle que confiere a la historia de una absoluta y demoledora libertad para que seas tú quien decida acerca de los hechos. Genialidad que te puede o no gustar, pero que me lleva reventando la cabeza desde las tres de la madrugada.
Sumémosle a la historia críticas sociales de todo tipo, más o menos acertada, a los medios de comunicación, religión, familia, escuela...llénalo de referencias a la cultura pop del terror de todos los tiempos y ya tienes la fórmula perfecta para un libro lleno de matices que tienes que leer. ¡Ya!

Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson





El terror de esta novela empapa cada una de sus palabras. Agazapado ahí, entre sutiles frases. Comentarios en apariencia inocentes que esconden lo que la novela quiere esconderte. Shirley Jackson lo consigue, de nuevo, presentando una historia en apariencia onírica y sutil que oculta una auténtica dosis de terror, de ese terror que se clava en tu cabeza y que no tiene que ver con monstruos, fantasmas, demonios o criaturas inimaginables. O bueno, depende de lo que consideres fantasmas, demonios o criaturas inimaginables porque nada es lo que parece en esta novela.
Una historia en apariencia sencilla se va desgranando en pequeñas dosis perfectamente encajadas en una narración en todo momento perturbadora. Bajo la particular mirada de Merrycat, inocente o devastadora, vamos conociendo la historia de una familia con un pasado oscuro. En pequeñas píldoras vemos la fascinante personalidad de esta pequeña, a la que los vecinos del pueblo miran con odio por el mero hecho de pertenecer a los Blackwood. Y ahí es donde Shirley Jackson, desde el primer momento, empieza a dibujar con quirúrgico acierto una personalidad con la que te va a ser imposible no empatizar.
Porque esta novela está narrada desde el punto de vista de esta pequeña niña de 18 años. Espera, ¿que? Has dicho...bueno, Shirley Jackson siempre va a jugar contigo como lector y te invitará a pasar al mundo onírico de la pequeña Merrycat, a conocer sus miedos, sus rituales de protección, su afán por mantenerse segura y su amor incondicional a su pequeño universo. Todo está narrado desde su corazón, un corazón que reacciona ante un mundo que la señala cuando va por la calle a comprar fruta, cuando se para a recoger setas o se sienta a esperar a que le sirvan un café. 
Ya el resto de la historia te la deja a ti como lector para que saques tus conclusiones. Y en eso, nadie como Shirley Jackson para plantearte semillas en tu cabeza que germinarán desde que cierres el libro y pienses en releerlo inmediatamente.

Joyride, de Jack Ketchum


Escribir una reseña de una obra como esta, momentos después de haberla leído, es asumir que tus palabras están cargadas de toda la visceralidad que transmite el autor en cada capítulo de esta perturbadora historia. Un viaje sin retorno a lo más profundo de la maldad humana en el que Ketchum consigue, y eso es toda una proeza, que odies al personaje central de esta novela.
Y mira que, con que te pares un momento a pensar, la mayor parte de los individuos que aparecen en esta novela son seres con una moralidad a todas luces cuestionables. Ya el autor en los primeros capítulos se encarga de moldear tus pensamientos para que aprecies la escala de grises en la que se va a mover la novela. Personajes atormentados y atormentadores que harán todo lo que esté en su mano para satisfacer sus objetivos. Personajes a los que despreciarías sin dudarlo por sus actos y, sobre todo, por sus pensamientos. Personajes que aparecen en un solo capítulo, sueltan su discurso y te consiguen remover las tripas...
Pero, ¡vaya! El autor consigue a lo largo de las páginas de este libro, que se leen sin que apenas te des cuenta porque no puedes dejar de hacerlo, que todos esos personajes te importen. 
Te pasas la primera parte de la novela esperando la explosión de locura de Wayne Lock y toda la segunda parte  odiándote a ti mismo por haber tenido esos absurdos pensamientos. Porque una cosa es imaginarlo y otra bien distinta tener que leerlo. Jack Ketchum no quiere que sumes víctimas sino quiere que seas parte de ellas y se encargará de recordarte en todo momento que lo que vas a leer, lo que estabas deseando leer, lo que pedías a gritos que necesitabas de esta novela, no es nada agradable.
Un viaje a la parte más horrenda de la naturaleza humana. Ya lo deja bien claro el autor en el prefacio: “ni siquiera puedes moverte en este mundo sin hacer daño a algo”

Micosis, de Enerio Dima




El terror tiene muchas caras. La mayor parte de las historias terroríficas nos presentan una amenaza que viene para llevarnos a lo más profundo de la oscuridad. Estamos indefensos ante su presencia y poco podremos hacer ante la posibilidad de una muerte inminente.
Pero existen otro tipo de historias que, a poco que te metas en ellas, son aún más aterradoras. La reconoces porque te sientes plenamente identificado con el personaje que las protagoniza. En esas historias tu mente se ve envuelta por un tipo de amenazas ante las que no te servirán los crucifijos, las balas de plata, el agua bendita o ser la última de las personas que se enfrenta a ellas. Son amenazas reales que puedes vivir en cualquier momento, si no lo estás haciendo ya.
Y en esta novela de terror ese tipo de amenazas está presente en cada una de sus páginas.
Y no es que no haya amenazas externas a la protagonista, que las hay. El mismo título de la novela deja bien claro que  la tranquilidad en esta pequeña obra va a brillar por su ausencia. Una infección devastadora aparece y no tiene pinta que  vaya a ser sencilla de controlar.  Y eso siempre genera tensión y, con la tensión, viene el miedo. Un miedo a lo desconocido, a la incertidumbre, al presente inmediato y a un futuro indefinido.
Pero cuando te metes en la piel del personaje que conduce esta novela, cuando la acompañas a esos baños a sentarte a solas con ella, cuando miras en su espejo y te ves a ti mismo reflejado...tiemblas.

domingo, 29 de septiembre de 2019

Coraline, de Neil Gaiman



Hubo un tiempo en el que las historias y cuentos que se narraban a los niños implicaban el tratarlos con respeto. Entender que, pese a su temprana edad, son personas con la necesidad de desarrollar sus propios criterios, mejorar su espíritu crítico y conseguir las armas necesarias para poder enfrentarse a sus miedos. 
Las historias que presentaban los hermanos Grimm estaban llenas de amenazas para los niños. Brujas, Lobos, madrastras y otros villanos estaban ahí para atormentar sin contemplaciones a los protagonistas de aquellas historias y, de paso, a los lectores que se aferraban ante la posibilidad de que metieran en un horno a un pobre niño indefenso o que un lobo esperara agazapado en una cama para comerse de un bocado a la pobre caperucita.
Por desgracia, la literatura infantil se ha ido diluyendo en medio de lo políticamente correcto, salvo en contadas excepciones. Proteger sus sueños y llenarlos de otros miedos más reales para los que no están preparados. Presentarles brujas buenas, trolls colegas y vampiros vegetarianos. Ese tipo de narraciones tan habitual en estos tiempos hace que, cuando lees Coraline, te des cuenta de lo fascinante que puede llegar a ser una historia simple como esta, con mucho más que contar que lo que se ve a primera vista y que no duda en ningún momento de usar todo lo que tiene para que la pequeña Coraline se enfrente a sus miedos y asuma las consecuencias de sus actos.
El enfrentamiento entre la pequeña y la villana de esta novela corta es toda una experiencia brutal, divertida y, por momentos terrorifica. Gaiman aprovecha toda su maestría para que los que lo lean disfruten de esa sensación tan visceral y necesaria que es la de sentir miedo.
Una novela fascinante y necesaria que explica muy bien el porqué este autor está siempre entre los más valorados por los lectores.

La chica descalza en la colina de los arándanos, de Nieves Mories



Intentar hacer una reseña de una novela corta como esta es entrar en un absoluto destripe de la trama. Y creo sinceramente que lo mejor es no conocer nada de ella y sentarse sin más a disfrutar de una historia brutal en la que, a cada paso, te vas adentrar en la oscuridad más absoluta.
Tan solo adentrarse en el primero de los capítulos te valdrá para preguntarte acerca de lo que está pasando. La manera de narrar que tiene la autora es fascinante, en especial el modo en el que retuerce las palabras. Una sensación curiosa porque conforme avanzas en la trama y empiezas a descubrir lo que se oculta en ese pueblo de Blueberry Hill te das cuenta que la historia, y la misma narración, se va oscureciendo hasta que sientes que es a ti mismo a quien le falta el aire. 
Secuencias perturbadoras, humor negro, suciedad en el aire y el ambiente...está historia merece la pena ser descubierta porque, en el fondo, la hemos visto en cada uno de nuestros pueblos.

La chica que amaba a Tom Gordon, de Stephen King



La historia que cuenta King en esta pequeña novela no es una novela de horror al uso y, sin embargo, resulta aterradora en todo momento. La historia de la pequeña Trisha, enfrentada a una naturaleza hostil e implacable en la que pequeños mosquitos te recuerdan constantemente que eres tú la presencia extraña en esta novela, te estremece. Una naturaleza agresiva, implacable y consciente de su ventaja que tiene ante una niña cuya única arma es su profunda admiración hacia su amado Tom Gordon.
Y claro, cuando uno ve el título de esta obra se pregunta el qué pinta este jugador de béisbol en una novela de Stephen King. Yo no tengo muchos conocimientos de este deporte, más allá de algunas de las reglas básicas. Y aquí te encuentras con menciones continua al conocido lanzador de los Red Sox, desde los mismos títulos de cada uno de los capítulos a las continuas referencias al peculiar modo de juego y rituales de Gordon. Y a pesar de lo arriesgado de centrar buena parte de la trama en un deporte desconocido en gran parte del mundo, no se me puede ocurrir un modo más bonito de enfocar una historia como esta.
Porque la historia es sencilla y tendría todo tipo de razones para terminar siendo aburrida. Continuamente lees el martirio al que se enfrenta una pequeña de nueve años en ese mundo hostil, sin apenas alimentos ni agua, sola y pérdida. Pero en ningún momento pierdes el interés por la historia, porque los registros que maneja King en esta obra son magistrales. Tú eres esa pequeña y tú estás solo con ella, como si fueras el mismo Tom Gordon aconsejándola y dándole el cariño que necesita. 
Lo pasas mal, muy mal con la lectura de esta novela. Pero ¡qué capacidad tiene este escritor de hacer que disfrutes pasándolo así!

Un estruendo sobre las sombras, de Algernon Blackwood



En el mundo de la literatura existen ciertas historias que, desde el momento en que quedan publicadas, se consideran referencia en su género. Por su particular narrativa, por sus nuevos enfoques o por qué tiene ese halo especial que las diferencia del resto. O también, por qué no, porque impactan en otros autores y las elevan a los altares de lo esencial.
Y es que todo lo que escribió Blackwood sirvió como inspiración al indiscutible genio del horror Lovecraft. En esta novela nos encontramos dos de sus relatos y, tras leerlos, entiendes perfectamente los motivos por los que quedo enamorado de la manera de escribir que tiene este autor. 
Quien más o quien menos habrá leído o escuchado por ahí que el Wendigo es uno de los pilares básicos en la historia de la lectura de terror. Aquí está ese relato y conforme avanzas en él entiendes el por qué. Una narración angustiosa, que en base a pequeños detalles, sonidos, aromas, leyendas, te va preparando poco a poco para llegar al punto al que el autor quiere. Y, como seas capaz de entrar en esa historia, terminas por estremecerte. Porque lo que es o no este famoso Wendigo solo lo descubres cuando te introduces en esos bosques aislados de toda civilización y confirmas la historias a las que temen los indios del lugar. A mi, personalmente, me rompió los esquemas y me tocó esa fibra de las que están compuestos los grandes resortes del miedo.
Pero es que hay otro relato en este libro. Y ahí si que me voló literalmente la cabeza. Se llama El bienamado de los árboles. Y es una historia fascinante a muchos niveles. Por un lado, una demostración grandiosa de cómo aterrar con los elementos cotidianos. Aquí un bosque está vivo, o al menos lo parece. Conseguir transmitir esa sensación no es nada sencilla y, cuando lo lees, no haces más que sentir la presencia de esas troncos observándote, dispuesto a lo que su naturaleza desconocida decida. Pero...

...esa es una lectura. Una lectura brutal y totalmente recomendable. Pero...¿ y si el relato fuera una enorme metáfora de algo más cercano y habitual?¿ Y si la amenaza que acecha a la pobre señora Bittarcy fuera una de las torturas más cotidianas y repetidas en la historia de la humanidad, una tortura ante la que ni todo su amor ni la presencia de un Dios ausente pueden enfrentarse? Créanme que la doble lectura de este relato da para mucho, sin quitarle el terror que produce el silencio y el viento.

Grietas en el tejado. Demencia 1, de Leandro Pinto



Un descenso a los laberintos de la locura es lo que ofrece Leandro Pinto en este relato. Y para conseguirlo toma la decisión de mirarse a un espejo lleno de suciedad. Porque no hay nada mejor para describir cada uno de los pasajes en los que se limita la locura, si tiene límites, que hacer una viaje introspectivo hacia quien es el extraño al que vemos cada día en el espejo.
No quiero anticipar nada de lo que ocurre en esta historia. Tan solo puedo pensar en que una creación de esta índole tiene toda la pinta de ser dolorosa. Desnudarse ante una hoja de papel supone exponer una parte oculta de ti y no siempre esas zonas quieren ser descubiertas, más cuando eres consciente de que solo un escritor loco puede sacar adelante una obra escrita. 
El juego de espejos que propone no llega a sorprender. Desde sus primeras páginas puedes anticipar los recovecos por los que te perderás y, a pesar de todo, te sorprendes. Porque eres un Bastian dentro de una fantasía oscura y a pesar de que te fascinan las criaturas que te rodean sabes que tienes que escapar de ellas.

Pero claro, puede que sea el mismo Leandro el que escribe esta reseña. O puede que yo sea un escritor que escribe reseñas pensando que soy Leandro. O puede que las última frase de esta novela siga resonando una y otra vez en mi cabeza a pesar de no estar escritas. Sea como sea, puede que ahora la realidad sea que esté mintiendo y, por tanto, cabe la posibilidad de que mis mentiras solo las lea yo.

Los Sauces. Algernon Blackwood



¿Cuál es la característica necesaria para que una historia dé miedo? Vete tu a saber, cada uno de nosotros puede sentirse más o menos atraído hacia un determinado tipo de recursos que nos atemorice sin que apenas nos demos ni cuenta. Desde la presencia de un ente espectral que escape a cualquier raciocinio a la sorpresa de un humano como tú que porte en sus manos un machete ensangrentado.
El miedo es una sensación personal y tiene un componente psicológico que determina su intensidad. Cada uno de nosotros tiene unos niveles de sugestión variables acordes a su experiencia y a su capacidad de asombro. ¿Cómo  puede un genio de la escritura ser capaz de sugestionar a lector y hacerle sentir parte de la historia que está narrando? Pues ahí está la clave y el mayor secreto de los grandes escritores del género. Algernon Blackwood consiguió inspirar (y aterrar) a contemporáneos suyos de la talla de Lovecraft y una muestra del cómo lo conseguía se encuentra en este relato de Los Sauces.
Y no es que la historia sea muy rebuscada y con miles de sorpresas. Aquí se repiten las artimañas que maneja con asombro Blackwood. Las fuerzas de la naturaleza, o lo que sea que hay en ellas, no están muy de acuerdo en que invadas sus territorios. Nada más y nada menos. Pero es que la forma que tiene de narrar las pesadillas naturales que tiene este increíble autor son dignas de estudio. Árboles que susurran entre ellos y que parecen moverse, aún sin la presencia del viento, sonidos extraños, sombras inesperadas, cambios en el terreno y latidos cardiacos que se muestran en los rostros. Todas y cada una de las descripciones que se narran en este libro acongojan sin que seas consciente de lo mal que lo estás pasando. 

Y cuando un libro consigue eso, es que realmente es muy bueno.

Apocalipsis, de Stephen King

 Muchas veces cometemos el error de juzgar una historia en base a las ideas que nos habíamos formado en la cabeza. Nos adentramos en mundos ...