¿En donde se encuentran los límites de la cordura? ¿Cuáles son los factores que desencadenan la desconexión con nuestra realidad? ¿Eres tú quien crea monstruos o los monstruos buscaron el modo de moldearte a ti?
Esta pequeña novela no te va a plantear ninguna de esas preguntas, al menos abiertamente. Es una mera descripción de sentimientos ahogados, que piden a gritos escapar de una realidad incómoda de la que solo puedes escapar mediante la muerte. A pesar de ello, no dejas de sentir que quedan miles de cuestiones en el aire cuya verdadera respuesta la tienes que encontrar por ti mismo. Porque te invita a entrar en la cabeza de una mente deshecha, torturada, incapaz de diferenciar entre la dura y perturbadora enajenación y una no menos dura y perturbadora realidad.
Enfrentarse a la muerte, a la tuya y a la de tus seres (no) queridos no es agradable. Más cuando son ellos los culpables de que tu vida se haya convertido en una auténtica pesadilla. El amor y el odio son las dos caras de la misma mierda. ¿No parece razón suficiente como para desear acabar con ella?
Esta es una novela incómoda, difícil, confusa, terrible y real. Puede que no termine de gustarte. Y es que los libros, y la vida, no siempre son tan agradables como tú esperabas.
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