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lunes, 30 de septiembre de 2019

Joyride, de Jack Ketchum


Escribir una reseña de una obra como esta, momentos después de haberla leído, es asumir que tus palabras están cargadas de toda la visceralidad que transmite el autor en cada capítulo de esta perturbadora historia. Un viaje sin retorno a lo más profundo de la maldad humana en el que Ketchum consigue, y eso es toda una proeza, que odies al personaje central de esta novela.
Y mira que, con que te pares un momento a pensar, la mayor parte de los individuos que aparecen en esta novela son seres con una moralidad a todas luces cuestionables. Ya el autor en los primeros capítulos se encarga de moldear tus pensamientos para que aprecies la escala de grises en la que se va a mover la novela. Personajes atormentados y atormentadores que harán todo lo que esté en su mano para satisfacer sus objetivos. Personajes a los que despreciarías sin dudarlo por sus actos y, sobre todo, por sus pensamientos. Personajes que aparecen en un solo capítulo, sueltan su discurso y te consiguen remover las tripas...
Pero, ¡vaya! El autor consigue a lo largo de las páginas de este libro, que se leen sin que apenas te des cuenta porque no puedes dejar de hacerlo, que todos esos personajes te importen. 
Te pasas la primera parte de la novela esperando la explosión de locura de Wayne Lock y toda la segunda parte  odiándote a ti mismo por haber tenido esos absurdos pensamientos. Porque una cosa es imaginarlo y otra bien distinta tener que leerlo. Jack Ketchum no quiere que sumes víctimas sino quiere que seas parte de ellas y se encargará de recordarte en todo momento que lo que vas a leer, lo que estabas deseando leer, lo que pedías a gritos que necesitabas de esta novela, no es nada agradable.
Un viaje a la parte más horrenda de la naturaleza humana. Ya lo deja bien claro el autor en el prefacio: “ni siquiera puedes moverte en este mundo sin hacer daño a algo”

domingo, 29 de septiembre de 2019

La chica que amaba a Tom Gordon, de Stephen King



La historia que cuenta King en esta pequeña novela no es una novela de horror al uso y, sin embargo, resulta aterradora en todo momento. La historia de la pequeña Trisha, enfrentada a una naturaleza hostil e implacable en la que pequeños mosquitos te recuerdan constantemente que eres tú la presencia extraña en esta novela, te estremece. Una naturaleza agresiva, implacable y consciente de su ventaja que tiene ante una niña cuya única arma es su profunda admiración hacia su amado Tom Gordon.
Y claro, cuando uno ve el título de esta obra se pregunta el qué pinta este jugador de béisbol en una novela de Stephen King. Yo no tengo muchos conocimientos de este deporte, más allá de algunas de las reglas básicas. Y aquí te encuentras con menciones continua al conocido lanzador de los Red Sox, desde los mismos títulos de cada uno de los capítulos a las continuas referencias al peculiar modo de juego y rituales de Gordon. Y a pesar de lo arriesgado de centrar buena parte de la trama en un deporte desconocido en gran parte del mundo, no se me puede ocurrir un modo más bonito de enfocar una historia como esta.
Porque la historia es sencilla y tendría todo tipo de razones para terminar siendo aburrida. Continuamente lees el martirio al que se enfrenta una pequeña de nueve años en ese mundo hostil, sin apenas alimentos ni agua, sola y pérdida. Pero en ningún momento pierdes el interés por la historia, porque los registros que maneja King en esta obra son magistrales. Tú eres esa pequeña y tú estás solo con ella, como si fueras el mismo Tom Gordon aconsejándola y dándole el cariño que necesita. 
Lo pasas mal, muy mal con la lectura de esta novela. Pero ¡qué capacidad tiene este escritor de hacer que disfrutes pasándolo así!

Grietas en el tejado. Demencia 1, de Leandro Pinto



Un descenso a los laberintos de la locura es lo que ofrece Leandro Pinto en este relato. Y para conseguirlo toma la decisión de mirarse a un espejo lleno de suciedad. Porque no hay nada mejor para describir cada uno de los pasajes en los que se limita la locura, si tiene límites, que hacer una viaje introspectivo hacia quien es el extraño al que vemos cada día en el espejo.
No quiero anticipar nada de lo que ocurre en esta historia. Tan solo puedo pensar en que una creación de esta índole tiene toda la pinta de ser dolorosa. Desnudarse ante una hoja de papel supone exponer una parte oculta de ti y no siempre esas zonas quieren ser descubiertas, más cuando eres consciente de que solo un escritor loco puede sacar adelante una obra escrita. 
El juego de espejos que propone no llega a sorprender. Desde sus primeras páginas puedes anticipar los recovecos por los que te perderás y, a pesar de todo, te sorprendes. Porque eres un Bastian dentro de una fantasía oscura y a pesar de que te fascinan las criaturas que te rodean sabes que tienes que escapar de ellas.

Pero claro, puede que sea el mismo Leandro el que escribe esta reseña. O puede que yo sea un escritor que escribe reseñas pensando que soy Leandro. O puede que las última frase de esta novela siga resonando una y otra vez en mi cabeza a pesar de no estar escritas. Sea como sea, puede que ahora la realidad sea que esté mintiendo y, por tanto, cabe la posibilidad de que mis mentiras solo las lea yo.

Apocalipsis, de Stephen King

 Muchas veces cometemos el error de juzgar una historia en base a las ideas que nos habíamos formado en la cabeza. Nos adentramos en mundos ...